Deje que hablen de su empresa, no tenga miedo, es más, anímelos a hacerlo

Semanas atrás, la institución educativa a la que concurre la hija de un amigo, envió los detalles del paseo anual de padres e hijos, augurando un hermoso fin de semana primaveral. Los precios, no eran los típicos precios de un paseo familiar, sino que se asemejaban más a una estadía en un lujoso 5 estrellas del Uruguay.
Horas después, comenzaba un proceso altamente eficaz y eficiente, de comunicación entre los padres, que tendría con-secuencias fatales para el paseo.
Alguien había decidido enviar un e-mail a todos los padres de los que disponía su dirección, manifestando su disconformidad y preguntando qué opinaba el resto. Además, había tenido la precaución de pedir a quien identificara que faltaba un padre, lo agregara en la respuesta.
Al promediar el día siguiente, los mails se multiplicaban y ya no quedaba padre fuera de la lista. Al finalizar ese mismo día, el viaje no tenía viajeros.
¿Debería la institución tener un área donde los padres puedan intercambiar comentarios a riesgo de que suceda esto?
Si, sin duda alguna. Peor no podría haber sido. Seguramente alguien de la institución con tacto, podría moderar, argumentar razones, y atajar una escalada prometiendo estudiar alternativas.
¿Qué fue lo que cambió y la institución no tuvo en cuenta? Las herramientas de comunicación se han democratizado, son accesibles, casi gratuitas. Si no doy el espacio, igual se comunicarán, y corro el riesgo de no enterarme.
El consumidor está comunicándose, y lo que es más importante, goza de mayor credibilidad que la publicidad y la voz oficial.
Según una encuesta de Deloitte