Internet ja nao é uma brincadeira

Por el año 2000, cuando apenas la Internet comercial, la que conocemos ahora, estaba cumpliendo poco más de cinco años, me topé con un banner de un sitio brasileño que hacía publicidad sobre sus servicios de desarrollo de soluciones en Internet: Internet ja nao é uma brincadeira.
Me pareció genial la forma de transmitir el concepto, pero claro, ni allá ni acá era comprendido y aún hoy, cuando esta Internet ya cumplió sus quince primaveras, sigo viendo más a menudo de lo que deseo, que se piensa en Internet como un juguete en el que todos somos capaces de hacer y tener éxito.
En un país donde somos más de tres millones de directores técnicos, que haya más de tres millones de arquitectos Web, de especialistas en e-business, de estudiosos de la Usabilidad y expertos en e-marketing o e-strategy, no nos tiene que llamar la atención.
Existe una idea errónea, fomentada tal vez en las concepción de que en Internet todo es gratis, que cualquier cosa que se hiciera, daba la sensación de que iba a funcionar, que anima a muchas personas a jugar al arquitecto Web.
Resulta hasta divertido, claro, si no juegan con su dinero.
En 1999 inicia sus actividades una pequeña empresa fundada por tres jóvenes emprendedores, llamada Pyra Labs. Desarrollaban sitios webs por encargos y deciden crear un sito donde las personas pudieran escribir lo que pensaban. Sus opiniones, sus historias, una especie de bitácora o diario en Internet. En otras palabras, deciden crear Blogeer, un sito para crear blogs en forma gratuita.
Al poco tiempo de iniciar el servicio, llega la gran crisis de las punto com y su aventura deja de ser divertida.
Pasa la crisis, retoman su crecimiento, y en Febrero de 2003, sucede lo que para cualquier emprendedor de Internet es la realización de un sueño de hadas. Google se interesa y termina adquiriendo Pyra Labs, anexando esta pequeña empresa a su gran corporación.
El éxito debía estar asegurado, el descomunal tráfico de Google debía impulsar las cifras al cielo. Pero pasaron los meses, y esto no sucedió.
¿Qué pasaba entonces?
Google decide contratar Adaptive Path, una empresa especialista en Usabilidad, para estudiar la razón por la que las cifras no crecían como esperaban.
Sí, Google! La empresa con más alta tasa de conversión de visitantes en usuarios del mundo: el que prueba Google, adopta Google.
Sorprendente, ¿no? Estimo que ya sabe por dónde viene y se estará replanteando muchas cosas respecto a su sitio Web.
La empresa comienza por estudiar el comportamiento de los miles de usuarios y visitantes. Identifica que una gran cantidad abandonan el sitio ya en la home page y que otros tantos, abandonan el proceso de registro antes de terminarlo.
Identifican que mucha gente que llegaba al sitio no sabía lo que era un blog, debían contar en forma simple y breve de que se trataba, que el lenguaje era por momentos técnico, o que el proceso de registro era un poco extenso y debían acortarlo.
Durante seis meses el equipo estuvo revisando pantallas, lenguajes, comportamientos, procesos. Seis meses de minuciosa tarea para marcar decenas de detalles de diseño. ¿Qué diferencia un gran diseño de uno mediocre sino son los pequeños detalles?
Los resultados no se hicieron esperar y el trabajo fue todo un éxito.
Me encanta este ejemplo porque pone de manifiesto la contradicción con la que inicié esta columna. Por un lado Google, atendiendo un problema de uno de sus sitios Web de manera profesional y hasta si se quiere humilde. Por otro lado, empresas nacionales que descansan decisiones en Internet en manos no especializadas y trivializando el problema como si fuera materia de opinión libre.
Si dispone tanto recursos como Google, puede seguir dándose ese lujo, sino recuérdelo, en Internet ya no se juega.